Una de las dimensiones del Renacimiento fue la renovación del sentimiento religioso. Sin embargo, las propuestas de los humanistas platónicos no podían servir de base para este objetivo, ya que su religiosidad adoptaba la forma de una filosofía teológica exclusiva para los doctos, no apta para el pueblo. Por tanto, el verdadero renacer del sentimiento religioso tendría que venir de una vuelta al mensaje bíblico que hiciera revivir la palabra de Dios en la conciencia del pueblo.
1.Erasmo de Rotterdam
Erasmo de Rotterdam (1466-1536) fue el primer teórico de la reforma religiosa. Propuso y defendió una serie de ideas que, posteriormente, fueron empleadas por Martín Lutero, entre otros, para llevar a cabo una rebelión interna en la institución eclesiástica. Estas ideas son las siguientes:
*Crítica a la religiosidad formal y vacía de las ceremonias, el ayuno y la abstinencia, la devoción piadosa, las reglas monásticas, las obras meritorias y las indulgencias.
*Crítica a la curia eclesiástica, y en especial al papa, por vivir rodeado de riqueza y comodidades en lugar de adoptar el ejemplo de vida de Jesucristo.
*Promoción de la lectura y la libre interpretación de la Biblia por parte de todos los cristianos.
Erasmo y Lutero no coincidieron en lo referente al libre albedrío: Erasmo defendía su existencia, mientras que Lutero la negaba.
Erasmo empleó la ironía y el sarcasmo para elaborar su crítica de todo aquello que desaprobaba en la religiosidad de su época. Sin embargo, su reprobación no pretendía ser destructiva o divisiva, sino que estaba animada por la convicción de que todavía era posible regresar dentro de la Iglesia a la sencillez y la pureza del cristianismo originario. Asimismo, era partidario convencido de la paz religiosa que formaba parte del espíritu de Renacimiento. De ahí que rehusara unirse a Lutero cuando este se lo pidió, del mismo modo que rechazó el capelo cardenalicio que le ofreció el papa Pablo III.
2. Martín Lutero
Martín Lutero es conocido por ser el gran reformador religioso (1483-1546). La Reforma protestante que inició y lideró acabó convirtiéndose en una revolución que provocó la división del cristianismo y tuvo una enorme influencia en la vida social y política en toda Europa.
Lutero no fue un filósofo, dado que puso toda su confianza en la fe y rechazó como inútil cualquier intento de alcanzar la verdad o de resolver los problemas humanos por medio de la razón. Renegó de la filosofía y de los filósofos, a los que consideraba gente soberbia empeñada en creer que podía lograr con sus propias fuerzas lo que solo se logra gracias al don de la fe.
No obstante, Lutero merece un lugar en la historia de la filosofía, pues sus doctrinas están influidas por el espíritu filosófico del humanismo renacentista y porque algunas de ellas, como la relativa a la libertad humana, se inscriben dentro del debate filosófico.
Las directrices de la doctrina de Lutero son fundamentalmente tres:
*La justificación del ser humano a través de la fe exclusivamente. El cristianismo es una doctrina de salvación que había sostenido que el ser humano se salva por la fe y por las obras. Lutero, en cambio, cuestiona el valor de las obras: la posibilidad de la salvación le ha sido otorgada al ser humano, únicamente por la gracia divina. Se trata de un regalo de Dios y, por tanto, el mérito lo tenemos porque Dios nos lo concede, no porque nosotros nos hagamos acreedores a él. No hay nada suficientemente bueno que podamos hacer a los ojos de Dios y que sea determinante para nuestra salvación. Las buenas obras deben seguir haciéndose, por supuesto, pero no para lograr la salvación, sino para el perfeccionamiento de la vida social.
*La infalibilidad de las Sagradas Escrituras, consideradas como fuente única de la verdad. El renacer que habían proclamado los humanistas, consistente en una vuelta a los autores clásicos, se concreta en Lutero en un retorno a los auténticos orígenes de la religión cristiana que s encuentran en la Biblia. Del mismo modo que los humanistas se desembarazaron de las interpretaciones escolásticas de Platón y Aristóteles, Lutero se deshace de las interpretaciones que el papa, los obispos y también los teólogos medievales habían hecho de los textos sagrados, para regresar directamente a la fuente de la verdad cristiana, que para Lutero es la verdad sin más.
*La libertad de interpretación de los textos sagrados y el sacerdocio universal. Esta directriz es una consecuencia de la anterior. Si se promueve la lectura directa de la Biblia por parte de los creyentes, hay que admitir como válidas todas las lecturas particulares que se hagan de ella. Y si se desacreditan los posibles intermediarios en esa lectura con el fin de eliminarlos, entonces ya no hay encargados especiales de los asuntos sagrados- sacerdote significa precisamente eso-, sino que todos son sacerdotes para la comunidad en la que viven.
La primera de estas tres directrices tiene una consecuencia de un hondo calado filosófico: la negación del libre albedrío. Si la salvación depende exclusivamente de la fe y esta es un don divino, entonces estamos predestinados y nada de lo que hagamos o dejemos de hacer tendrá influencia en lo fundamental. A esta consecuencia de la doctrina luterana se le puede plantear una seria objeción: si la salvación o la condenación de cada uno de nosotros depende exclusivamente de Dios, entonces Dios es también responsable del mal. Lutero responde a esta objeción recurriendo a la doctrina de Guillermo de Ockham para afirmar que la omnipotencia divina implica que Dios no está sujeto a ninguna norma y que, por tanto, no se trata de que Dios deba querer lo que es bueno y justo, sino que algo es justo y bueno porque Dios lo quiere.
(Francisco Ríos Pedraza- Historia de la Filosofía. 2Bachillerato. Editorial Oxford. Madrid. 2023)